Primavera Árabe: las democracias apuestan por el turismo
Los países del norte de África que han experimentado la primavera árabe están utilizando la revolución social y política para reinventar su destino. Los gobiernos de Egipto y Túnez lanzaron campañas con rapidez tras el cambio de poder.
El turismo es vital para la economía de Egipto y Túnez, los principales operadores europeos han aprovechado la debilidad de sus monedas y su clima para derivar turistas de invierno. Desde antes de las revueltas los estados ya habían apostado por la mejora de sus infraestructuras turísticas.
Pero los nuevos gobiernos se apresuraron a no perder esta industria. En abril, Egipto lanzó campañas en Europa y en los mercados del golfo como Qatar, Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos. Frases nuevas para Egipto como «Bienvenido al país de la revolución pacífica» y «Tahir – una plaza que mece al mundo’- en clara referencia al punto central de las protestas.
Túnez ha concentrado sus esfuerzos tras la primavera en campañas en sus principales mercados emisores: el Reino Unido y Francia. Se puso en marcha un nuevo logotipo y el lema ‘I Love Tunisia’ sólo un mes después del cambio de poder.
La primavera árabe también ha contado con levantamientos y protestas en Libia, Yemen, Bahrein y Siria. Bahrein mostró signos de recuperación al acoger la Fórmula 1. La Libia post-Gaddafi ofrece un potencial sin explotar, pero gran parte de la infraestructura turística del país ha sido destruida durante la guerra.
Fiona Jeffery, presidenta de la World Travel Market ha declarado durante la feria: «La velocidad con la que las campañas de marketing se han puesto en marcha demuestra la importancia que han otorgado las nuevas democracias de Egipto y Túnez al turismo como motor económico. El turismo puede contribuir al desarrollo de las democracias de estos países y tiene el potencial para hacerlo también en todos los países que están viviendo su primavera árabe».
A pesar de todo, la recuperación de estos países puede ser lenta pero con la estabilidad volverán a jugar un papel importante en el turismo de sol y playa internacional e incrementaran su atractivo hasta niveles superiores a los que obtenían con anterior a la revolución. En ese caso, la industria española y catalana deberá estar preparada para competir y compartir un aparte del turismo.