La gran acción por el enoturismo en Cataluña
El autor propone ante la oferta creciente y diversificada de enoturismo crear un Centro en Barcelona para promocionar Cataluña como destino enoturístico -Catalan Wine House-, a la vez que sirva para coordinar una serie de iniciativas públicas y privadas.
Ya ha arraigado la idea que el enoturismo es una gran oportunidad para Catalunya. Últimamente todo el mundo habla del tema. Se organizan jornadas, congresos, “mesas” de enoturismo y otros formatos de debate y planificación. Y se multiplican las acciones y los planes estratégicos desde consejos reguladores, patronatos de turismo, consejos comarcales, diputaciones, municipios del vino, consorcios de enoturismo y también desde la Generalitat de Catalunya, a través del INCAVI, Turismo de Cataluña y la Agencia Catalana de Turismo.
Este dinamismo es fantástico, pero también tiene un punto de caos que implica fragmentación, descoordinación de iniciativas públicas y privadas, discrepancias de criterio sobre el modelo de enoturismo, duplicaciones y solapamientos de competencias que se van intensificando a medida que avanza el proceso de planificación de Catalunya como gran destino enoturístico.
En términos de marketing de W. Chan Kim y Renée Mauborgne, vamos hacia un océano rojo, teñido de sangre, donde se querrán integrar acciones, criterios y estrategias conjuntas que toparán con los modelos y las iniciativas que cada bodega y cada denominación de origen han ido desarrollando los últimos años, muchas de ellas ya integradas dentro del modelo normativo de Rutas del Vino de España.
¿Cuál es pues nuestro océano azul del enoturismo? ¿Cuál es nuestro gran mercado a conquistar? ¿Dónde podemos actuar sin luchas de competencias? ¿Dónde podemos sumar, ser más efectivos y obtener los mejores resultados?
Pues, evidentemente en la ciudad de Barcelona. Es una de las ciudades más turísticas de Europa y tiene más de 500 bodegas a su alrededor. Es el San Francisco de Napa Valley o la Florencia de la Toscana. Y además, es el gran vacío de mercado del vino catalán. Los barceloneses tienen que consumir vino catalán y los visitantes que lleguen a Barcelona tienen que saber que están en un país de vinos, con una gran oferta enoturística.
Si actuamos en Barcelona, abriremos las puertas de la gran ciudad a las 12 denominaciones de origen catalanas, en lugar de ir por el territorio a alterar sus iniciativas locales. Mejoraremos la oferta turística de Barcelona posicionándola como un destino enoturístico, buscando visitantes de buen nivel cultural y alto poder adquisitivo, y haremos de Barcelona un centro emisor de visitantes hacia las bodegas de su alrededor.
La mejor acción sería abrir una Wine Catalan House, o como se la quiera llamar. Y el mejor lugar es el Palau Robert, en la calle Diagonal esquina Paseo de Gràcia. Sería el gran espacio para promocionar los vinos catalanes y mostrar y vender la Catalunya enoturística. Con un buen centro de interpretación de la historia y la cultura del vino en Catalunya, con la ambición de ser un referente turístico como lo son el Museo Picasso o el Museo del Barça. Con degustaciones y sesiones diarias de promoción de los vinos catalanes, 365 días al año. Con Wine Bar para aprovechar el prestigio de la cocina catalana e intentar asociarla a los vinos catalanes. Con tienda de vinos catalanes, para que la gente se vaya con nuestros vinos del mismo modo que se van de Mallorca con una ensaimada. Y sobre todo, con rutas enoturísticas organizadas diariamente: de un día, de fin de semana o de una semana, con vehículo particular, minibús con guía o en autocares.
Este proyecto tiene tres grandes ventajas: hace de nuestro punto débil nuestro gran punto fuerte. Es muy fácil y muy rápido de hacer. Y se puede concebir como un negocio, no como un gasto.
En los últimos tres años no he encontrado a nadie en Catalunya que crea en esta idea. Tampoco he insistido mucho. Pero creo que podríamos situar el vino catalán como un producto de identidad de Catalunya. Podríamos promover un nuevo sector turístico de alto nivel adquisitivo, que nos ayudaría a diversificar y desestacionalizar nuestro sector turístico. Y también estaríamos potenciando un nuevo filón de ocupación para tantos jóvenes catalanes parados. Realmente, no sé a qué estamos esperando.
Lluís Tolosa
Sociólogo y escritor,
autor de una docena de libros de vinos y enoturismo,
entre ellos Catalunya no es California