«Debemos darnos prisa»
La Demanda turística actúa cada vez más de forma rápida y segura. Sabe dónde va. Algo que no está tan claro en el caso de la Oferta, sus representantes y sus instituciones. Jordi Blanch introduce el tema en este artículo de opinión.
Tengo la percepción –por lo que me consta, compartida- de que en cuestión turística hace tiempo que, en realidad, no sabemos dónde vamos. A la contundencia de tal afirmación contribuyen diferentes variables que me gustaría mencionar brevemente y que, lo reconozco, para ganar en solidez argumental y rigor empírico deberían ser sometidas evidentemente a un estudio más profundo, pero que como base para un artículo de opinión (y, por tanto, subjetivo) ya van bien. Veamos:
• Una oferta turística a la que, en general, los datos macroeconómicos deberían animar…pero que cuando mira la caja al final del día, recela de aquellos. Puede ser porque el gap de percepción entre las expectativas que marcan los titulares mediáticos y la tozuda realidad es más grande de lo que a todos nos gustaría…o quizás sea porque tenemos un destino muy irregular en términos de capacidad y de oferta, y los estudios generalistas maridan mal con la verdadera realidad del territorio y, de los millones de turistas que pernoctan en Barcelona cada día, en Esterri d’Àneu ven bien pocos, pongamos por caso.
• Un sector privado que, año tras año, se pone como deberes verbos tan de moda como innovar, socializar, internacionalizar, medir o interactuar… pero que cuando llega el momento de la verdad, continua dejándose llevar por pautas de comportamiento empresarial del siglo pasado, ya sea en los procesos de gestión, como en los de comercialización y/o comunicación, sometiéndose, muchas veces de forma inconsciente, al imperio del margen, al reinado del beneficio a corto plazo o al gobierno de la ganancia inmediata. Y eso en el mejor de los casos, ya que lo más habitual es que caiga en la malévola red tejida por La Demanda alrededor del auténtico faraón del negocio turístico: el precio.
• Una Administración turística que se tiene que ir reinventando continuamente, Y no porque se lo pida nadie, sino porque los inevitables ciclos de alternancias en el gobierno parece que se lo exijan. Y también porque no se puede permitir el lujo de dejar de ser un referente entre los representantes del sector, sea de forma efectiva o, como la mujer del César, pareciéndolo. Movimiento, movimiento y movimiento. Esta es la máxima que todos los gobiernos, sean del color que sean, se autoimponen, convencidos de que con una adecuada estrategia de comunicación, el pueblo lo percibirá y lo aplaudirá. Pero el movimiento no nos lleva, el movimiento sólo nos mueve y, si no fijamos un rumbo determinado podemos acabar mareados y perdidos. (Nota: que conste en acta que no estoy refiriéndome a ninguna Administración en particular, sino a todas al mismo tiempo, porque de todos los colores las he visto y los cánones de actuación son similares, diferencias políticas, ideológicas y personalismos aparte).
A pesar de todo esto, somos una destinación líder, y lo continuaremos siendo, sí…pero tenemos que darnos prisa.
Darnos prisa en qué? En pensar de una vez por todas cómo queremos que sea la Cataluña turística de aquí a 20 años –por favor, no confundir este objetivo con los famosos y habituales Planes Estratégicos a 4 o 5 años vista que, en realidad, son Planes de Actuación a corto/medio plazo, la bondad de los cuales reside en ordenar un poco la oferta y definir actuaciones concretas, no en dibujar el futuro que queremos y necesitamos-. ¿Saber qué queremos ser y cómo queremos ser dentro de 20 años nos evitará crisis, varapalos financieros y sustos en los mercados?, evidentemente no, pero nos ayudará a minimizar las consecuencias negativas de éstos, porque habremos hecho el ejercicio de prever escenarios adversos y podremos fijar “pruebas de esfuerzo” al sector para prepararlo convenientemente, cosa que ahora no pasa. Bueno, de hecho, no ha pasado nunca.
Darnos prisa por qué? Porque si no lo hacemos nosotros, lo harán los otros. Porque el mercado no espera. Porque la Demanda busca, piensa y decide a intervalos emocionales de un click. Porque la Demanda es social, es decir, interconectada –y cada vez lo será más-, y no podemos correr el riesgo de perder el tren de la nueva economía (turismo incluido) de la misma forma que perdimos, por no saber adivinar su alcance, el de la revolución digital hace 20 años (como bien explicó en un brillante artículo Enric Domingo en este mismo medio hace un tiempo). Porque si hacemos bien las cosas, ni el sector privado ni el público tendrán que tejer erráticas políticas comerciales según sople el viento del mercado, sino que marcaran ambos el camino. Porque, en definitiva, como decía el amigo Séneca, “si sabemos dónde vamos, llegaremos antes que los más rápidos”.
Esta es la cuestión.
"No llega antes el que va más rápido, sino el qué sabe dónde va" (Séneca)
Jordi Blanch