El turismo aviva el debate social sobre su sostenibilidad
Son varias las iniciativas que buscan analizar el impacto que tiene el turismo sobre la sociedad y el medio. Un sector en pleno auge que está generando el debate sobre la convivencia ciudadana o la incidencia en el urbanismo de las ciudades.
Recientemente la población de la Escala en la Costa Brava acogió un simposio sobre los retos planteados por el turismo en el urbanismo. La conclusión más destacada fue que la frontera entre el residente y el turista y sus necesidades específicas es cada vez más fina y no se pueden ver como dos necesidades aisladas. En este caso el urbanismo tiene que estar atento a esta nueva situación.
En la ciudad de Barcelona también se ha iniciado un ciclo de debates sobre el sector. Vecinos, principalmente de Ciutat Vella, están incitando a profesionales y a académicos a que encuentren los puntos débiles del turismo. La filósofa Marina Garcés o la antropóloga Saida Palou son algunos de los profesores universitarios que están presentando sus trabajos al respeto. Ambas coinciden al destacar el divorcio entre visitantes y ciudadanos y como puede producirse entre los autóctonos la sensación de que las prioridades de los turistas pasan por delante de las suyas. El otro punto de coincidencia y que liga con el discurso vecinal es la tematización de la ciudad. En el caso de Barcelona las voces críticas hacen hincapié en barrios como el Gótico y el Rabal y cómo áreas como las Ramlas o La Boqueria se han convertido en un parque temático para turistas.
Una aportación interesante abordada por Palou ha sido el riesgo que pueden correr las ciudades turísticas y en concreto Barcelona cuando se llega a un punto de insatisfacción general, tanto para los visitantes que no encuentran lo que esperaban como de los ciudadanos que viven. La pérdida de valor del destino tiene un nombre según Palau, el “síndrome de París”. Esta “enfermedad” se produce cuando el turista tiene unas expectativas creadas sobre la ciudad demasiado altas que después no se corresponden con el destino que encuentran.
Y es que la historia turística de Barcelona viene de lejos a pesar de que no ha sido hasta las últimas dos décadas que el boom turístico se ha asentado en la ciudad. El 1908 se creó la primera iniciativa empresarial orientada a la promoción turística. Se trataba de la Sociedad de Atracción de Forasteros que tenía como objetivo situar Barcelona en los circuitos turísticos internacionales. Poco éxito tuvo la iniciativa en aquel momento pero 100 años después la capital catalana se encuentra entre las más atractivas de Europa y los hoteleros, que reciben 7 millones de clientes al año, esperan llegar a los 10 millones en un futuro no demasiado lejano.