La mayoría de las estaciones de esquí catalanas y andorranas han abierto las instalaciones. Las nevadas generalizadas y las bajas temperaturas que permiten la producción mecánica de nieve ha avanzado la puesta en marcha de la temporada.
Las expectativas son muy buenas, pero siempre condicionada a la evolución de la pandemia. El año pasado la práctica de este deporte estuvo muy afectada por las restricciones de movilidad. Por ahora el ritmo de las reservas es excelente. Los negocios del Pirineo no se pueden permitir una caída de visitantes i de ingresos del 70% como la pasada temporada. La previsión es fregar los resultados de 2019.
Las autoridades sanitarias han explicado que activan un seguimiento para prevenir el contagio del coronavirus en los Pirineos coincidiendo con el inicio de la temporada de nieve. Han ofrecido la vacunación a los trabajadores del sector. También harán un seguimiento de las aguas residuales para analizar los restos de indicadores del virus y su evolución.
Como es habitual las primeras estaciones del Pirineo catalán y andorrano en abrir son las de referencia: Baqueira Beret (Lleida), Masella y La Molina (Girona) y Grandvalira (Andorra). Se suman en esta puesta en marcha Vallter (Girona), Port Ainé, Espot, Boí Taüll (Lleida) y Vallnord (Andorra).
Las estaciones han invertido millones de euros para poner a punto las instalaciones. La asociación Atudem explica que la inversión global a nivel de España está cercana a los 40 millones. Esta cantidad es la más elevada de las últimas temporadas. Aramon, propietaria de las estaciones aragonesas, ha invertido más de 20 millones, aunque Baqueira Beret vuelve a ser la estación que más invierte de forma individual (7 millones de euros). En Andorra es Grandvalira con casi 8 millones de euros la que realiza el mayor esfuerzo económico.