El impuesto sobre el vino, una amenaza para la rentabilidad del enoturismo
La aprobación de un impuesto sobre el vino, que plantea la propuesta de reforma fiscal que el Gobierno tiene sobre la mesa, representa una amenaza para la rentabilidad del enoturismo, que vería encarecido el producto base de su actividad. A pesar de tratarse de un impuesto «muy reducido», al estilo del que ya aplica Francia desde enero de 2013, el sector avisa que “perjudicará el impulso del turismo de vinos que se ha llevado a cabo en los últimos años”.
Desde Enoturismo Penedès han detallado alguno de los efectos negativos que podría tener este gravamen, como el encarecimiento del precio de las entradas: «Si durante la visita se abren botellas de vino y sale más caro, las entradas a las bodegas también pueden subir de precio.»
Sin embargo, quien más sufriría una hipotética subida de precios sería el negocio de venta de vino que suele acompañar la visita a las bodegas. Esto provocaría una caída de los beneficios en este tipo de establecimientos, que se sumaría al bajo margen de beneficio si se asume el coste extra de las botellas abiertas durante la visita y no se encarece la entrada.
En los últimos años Cataluña ha apostado de manera decidida por el enoturismo como vía para potenciar el turismo de calidad en todo el territorio y desconcentrar la afluencia de visitantes de las zonas costeras. Además, la oferta de vinos a menudo va ligada a la gastronómica, también en auge, y son unos de los mejores escaparates para la «marca Cataluña» en todo el mundo.
En este sentido, el verano pasado nació el programa Cataluña Enoturismo — iniciativa conjunta de la Agencia Catalana de Turismo y el Instituto Catalán de la Viña y el Vino— que detalla los pasos a seguir para impulsar esta oferta. Uno de los primeros pasos ha sido el desarrollo de una señalización específica para identificar las diferentes zonas vitivinícolas catalanas, al cual seguirán una serie de acciones que se financiarán, en parte, gracias a los fondos de la tasa turística.
