¿Qué le pasa a Barcelona con los grandes proyectos turísticos?
Esta semana la ciudad de Barcelona se ha visto envuelta en dos polémicas que denotan cierta oposición hacia el desarrollo de iniciativas vinculadas al turismo como son la ampliación del aeropuerto del Prat y la ubicación de una sucursal del museo Hermitage.
Algunos responsables políticos, incluida la alcaldesa de Barcelona, se han mostrado contrarios a ambos proyectos. El ‘culebrón’ del Hermitage viene de lejos. No ven claro que un museo privado se instale en unos terrenos del puerto de Barcelona y que se convierta en un foco de atracción de visitantes en una zona que ya considera ‘turistificada’. La alternativa es perder una inversión privada millonaria en la ciudad.
Los promotores del Hermitage dicen que han seguido todos los procedimientos y «han superado todos los trámites legales y se ajusta a todos los requerimientos técnicos y urbanísticos». En este sentido, aseguran que continuarán con sus planes, ahora con la suma al proyecto de una institución como el Liceo, y no descartan emprender acciones legales para defenderlo.
Esta propuesta cultural cuenta con el apoyo de más de 80 entidades, entre organizaciones vecinales y empresariales que han firmado un manifiesto pidiendo que se desbloquee el proyecto por los beneficios sociales y económicos que revertirá en la ciudad.
Ampliación del aeropuerto de Barcelona
Este apoyo económico y social para el Hermitage tiene una réplica en el Aeropuerto de Barcelona. El mundo económico se ha movilizado para apoyar la propuesta de AENA de invertir 1.700 millones de euros para ampliar la infraestructura que antes de la pandemia estuvo a punto de la saturación. Sorprende como hace dos años se consideraba absolutamente necesario aumentar la operativa y capacidad del aeropuerto y hoy existen sectores que cuestionan su crecimiento. Algunos responsables políticos que exigían inversiones en El Prat para convertirlo en un potente ‘hub’ internacional ahora se alinean con colectivos ecologistas.
Posiciones políticas a parte y basándose en aspectos técnicos, la tercera pista en el aeropuerto de Barcelona reduciría el impacto acústico en los municipios cercanos, se podría hacer compatible con una preservación del medio ambiente, abriría las puertas al Prat para ser un nudo de conexión con el continente asiático y el aumento de la facturación del aeropuerto lograría compensar la inversión millonaria en tan sólo tres años, según un estudio de la UB.